De pie Madre doliente mira a su hijo tan cruelmente, en la cruz clavado.
¿Quién es el que no llorara si a Maria contemplara y al Señor amado?
Junto a Juan escucha ahora las palabras redentoras:
“He aquí a tu hijo.” “Yo te entrego aui a mi madre, es la voluntad de mi Padre. Llévala contigo.”
Me parece como un sueño ver a mi niño pequeño, junto al buey nacido.
Hoy tan solo los horrores de este varón de dolores que al mundo he traído.
¿Dónde esta Cana y su vino?
¡Que misterioso destino, fruto de mi seno!
Hoy es servidor sufriente, un desecho de la gente de amarguras lleno.
Esa sangre que se asienta sobre la tierra sedienta, es la sangre mía.
Ante el mundo y a su lado vuelvo al si, como lo he dado en el primer día.
Carne mía de mi carne,
es preciso que hoy encarnes El dolor humano.
Y tu corazón abierto traiga vida al mundo muerto y al hombre, tu hermano.
A eso del medio día cubrió el sol un negro manto.
Como su el Astro en su llanto casi temiese mirar.
Aquel momento tan santo en el que señor morírá.
¡Amo tanto Dios al mundo que a su propio hijo le dio! Pa’ decir que Dios nos quiere Jesús en la cruz murió.
|